Desperté con la buena noticia de que por fin era sábado, el
día que normalmente acostumbró navegar desde temprano, y más de lo normal… en
plena resaca del día
Internacional contra la Violencia hacia la mujer, seguramente habría muchas
cosas que pescar.
En el mar de información sobre los acontecimientos ocurridos
un día antes, me encontré con el artículo, ViolenciaUniversal. La persecución que sufren las mujeres requiere una determinacióntotal y global que si bien se refiere a la condición de la mujer en España, trata la violencia machista como un fenómeno mundial en el contexto de las sociedades modernas.
Este artículo me hizo recordar que en Latinoamérica un sin número de artistas, desde la literatura, el cine, el periodismo cultural, han traducido al arte hechos violentos suscitados en su contexto
sociopolítico cultural.
Algunos artistas, especialmente mujeres, utilizan su cuerpo
como metáfora que establece relaciones simbólicas con el arte corpóreo y la
representación de la violencia hacia la mujer.
Es cierto que la relación entre arte cuerpo y violencia es pocas veces abordado por el mainstream; sin embargo, me parece importante visualizar estos temas,
ya que la sociedad actual cotidianamente está permeada por actos violentos,
generados desde el vinculo familiar, algunas instituciones del Estado, como el ejército, la policía,
las fuerzas de seguridad pública, además de la violencia ejercida desde el
crimen organizado.
De ahora en adelante seré un "Testigo ocular" del trabajo que llevan a cabo estos artistas, quienes a mi parecer son "sospechos" por denunciar en sus obras la violencia en las sociedades contemporáneas, además de que se atreven a dar testimonio de todo aquello que escapa de los medios de información tradicionales.
Como buen testigo ocular utilizaré este espacio para crear un vínculo dialógico con todo aquel que esté interesado en estos temas. Desde mi mirada, obviamente subjetiva, de testigo protegido por el anonimato, que me permite el Internet, estaré publicando periódicamente información relacionada con los ejes cuerpo, arte y violencia.
En esta primera entrada les dejo una ponencia presentada en Octubre en el contexto del V Congreso Internacional de ciencias, Artes y Humanidades. El cuerpo descifrado "Las prácticas corporales en la búsqueda de la belleza"
Apariencia
desnuda: la resistencia del cuerpo
femenino en el contexto artístico
Lorena Wolffer, 2009
La sociedad contemporánea es quien ha visto nacer lo
que se conoce como arte de lo corpóreo, un arte donde el cuerpo es el tema, el
lienzo y es, a la vez, sujeto y objeto. “En
el arte de la segunda mitad del siglo xx
se ve cómo el cuerpo ha pasado de ser protagónico no sólo en la pintura y la
escultura sino de nuevas formas de creación, el performance, el body art,
el fluxus o el happening ” (Echeverri, 2003, p. 36). Las producciones de las
nuevas artes visuales no se inscriben sólo en el nivel de la representación,
sino que incluyen críticas y reflexiones sobre lo que significa el mundo
actual.
“El retorno
al cuerpo de finales del siglo xx
ha entendido a aquél como una noción abstracta: más que la realidad del cuerpo
–aunque lo real está también presente–, lo que importa es su apariencia, lo
externo, el maquillaje y, en su caso, su imagen virtual, pero también su
capacidad de ser objeto real y, a la vez, simbólico, de feroz devastación”
(Guach, 2000, p. 74).
Actualmente, más que en cualquier época histórica, el arte
corpóreo en Latinoamérica ha recobrado una significación importarte: cada día
se generan nuevos mensajes con posturas críticas en torno de distintas coyunturas.
En países como Nicaragua,
Guatemala, México, Colombia y Chile, entre otros, el discurso de resistencia y
protesta en el arte actual ha sido una constante en la producción creativa
llevada a cabo por mujeres.
Es
interesante destacar que, desde sus inicios, el arte corpóreo de resistencia ha
sido una tarea ejercida principalmente por y desde la perspectiva de las
mujeres, quienes durante muchos años han luchado por obtener los mismos
derechos que el sexo opuesto, y se encuentran en constante búsqueda de la
emancipación de todo aquello que las sitúa en un lugar subordinado.
La
tendencia de los discursos oficiales es delegar a la mujer un papel
subordinado, incluso –como lo sugiere Olivier Reboul en el texto Lenguaje e Ideología (1986) –, tanto en
francés como en español el vocablo “hombre” se utiliza para designar al
conjunto de seres humanos, como si la mujer tuviera menos representatividad en
la humanidad que el varón. El autor cuestiona “¿No es la lengua espontáneamente
racista, sexista?”, en principio, la lengua es parcial, los sujetos no tienen
la libertad de hacer uso de ella para dar a conocer lo que desean y la manera como
lo quieren decir, ya que están restringidos a referirse a ciertos términos y su
significación. Esta predisposición se rompe en el discurso artístico, encarnado
en el arte corpóreo con crítica social, el cual no está circunscrito a ningún
paradigma sino únicamente a la vasta creatividad, en este caso, de las mujeres
artistas.
En
la historia del arte también se ha diferenciado entre artistas mujeres y
hombres, desde en la manera como se aprecia la obra hasta en el valor social y
la legitimidad que se les otorga. En los países latinoamericanos fue hasta la
década de los sesenta que la mujer ocupó a la par de los hombres un lugar de
reconocimiento en el campo artístico, como consecuencia de su participación en
los movimientos sociales de 1968. En muchas sociedades se han replicado las discrepancias
de género en el devenir histórico, siguiendo la idea de los roles establecidos.
De modo que se ha situado a la mujer en un plano
inferior y dependiente. Algunos de los argumentos para acentuar, justificar y
legitimar tal desigualdad han sido las diferencias fisiológicas entre hombres y
mujeres; un ejemplo de ello es el discurso cotidiano, que constantemente recurre
a calificar a las mujeres como el “sexo débil”.
A
lo largo de la presente ponencia se enfatiza el arte corpóreo desde la perspectiva
de mujeres artistas con el propósito de dar a conocer el trabajo de un sector
que ha sido excluido a lo largo de la historia del arte. En Latinoamérica, dichas
artistas utilizan su cuerpo como portador y productor de imágenes, y crean un
lenguaje y una comunicación con el
propósito de dar a conocer todo aquello que escapa de
los discursos cotidianos y del tiempo, pero que está grabado en la memoria
colectiva.
Cabe
destacar que las imágenes generan nuevas perspectivas del mundo, especialmente
las que provienen del cuerpo son metáforas que expresan en sí la idea total del
ser humano. Es en el cuerpo humano donde se dan todas las formas de represión,
pero también es mediante éste que se elaboran propuestas de resistencia.
En
el continuum histórico y en distintas culturas hay una marcada
inclinación de valorar a las
mujeres
a partir de su
apariencia física. En las obras que se exponen en esta ponencia, se enfatiza la
sobrevaloración de los sentidos corpóreos que las mujeres utilizan para la
satisfacción y el servicio del supuesto gusto masculino. Existen piezas
artísticas, en respuesta a la problemática del fetichismo en torno del cuerpo
femenino, que tratan la concepción de la mujer en la sociedad y la cultura
occidental, dominada por el falocentrismo y por la ideología judeocristiana.
El
discurso visual que proponen estas artistas también hace evidente la paradoja existente entre lo pornográfico como uso
mayoritariamente masculino y la propuesta de exhibir la transgresión del cuerpo
femenino en un contexto artístico. Aunado a esto, las artistas elaboran en sus
piezas una crítica de la industria pornográfica y publicitaria en las cuales predomina
la ideología misógina. Es importante considerar que en muchas ocasiones la pornografía y la publicidad parten
de la humillación y agresión de género: la
imagen femenina únicamente se reduce a ser un objeto de consumo, placer y
espectáculo.
Como
ejemplo significativo de los efectos que ha generado la cultura del espectáculo
y el consumo de la imagen del cuerpo femenino, desde la mercadotecnia, se
encuentra el caso de la norteamericana Cindy Jackson, quien según el Record Guinnes (2008) tiene el mayor
número de cirugías estéticas[1]
en el cuerpo femenino.
Cindy Jackson se ha realizado múltiples modificaciones en el cuerpo con la finalidad de emular la imagen del diseño original de la muñeca Barbie. La propia Jackson, en su autobiografía, declara: “Cuando yo tenía seis años mis padres me compraron una muñeca Barbie, que sirvió para alimentar mis fantasías escapistas. En mi imaginación soñaba con una vida feliz y atractiva para mi muñeca. A través de Barbie pude vislumbrar un destino alternativo”.[2]
Sin duda, el modelo
estereotipado de Barbie ha logrado
estandarizar de alguna manera los parámetros de belleza de cuando menos cinco
generaciones. Al respecto, Graciela Sánchez Guevara comenta: “Las Barbies,
desde hace 50 años, han formado parte de la memoria cultural de las niñas en
todo el mundo […] este tipo de muñecas han marcado un estilo de vida y de
estética femenina” (Sánchez, 2011:418).
Ante este constante fenómeno
de estandarización de la belleza femenina, en diferentes culturas y periodos
históricos, un ejemplo artístico de resistencia
fue el trabajo de la artista mexicana Marianna Dellekamp, con la pieza Antropología del cuerpo moderno (1999).[3] En dicha obra se mostró una serie de
fotografías de gran formato de cuerpos femeninos que fueron modificados digitalmente
por la artista, de acuerdo con que las mujeres fotografiadas en esta secuencia, deseaban cambiar en su
físico. Cada una de las imágenes estaba
acompañada de citas textuales tomadas de revistas, estudios médicos, psicológicos
y frases publicitarias. “El procedimiento de Dellekamp al digitalizar el
implante y tomar al cuerpo real como materia bruta o soporte sobre el cual
intervenir, es ni más ni menos el proceso técnico con que opera en la
actualidad cualquier proceso de remodelación”.[4]
(Imagen 2. Marianna Dellekamp, Antropología del cuerpo moderno
(1999). Muestra de tres de las diez fotografías que comprenden la secuencia
original)
Al finalizar esta secuencia, Dellekamp muestra la figura de una muñeca Barbie, que como se ha mencionado
anteriormente, ha formado parte de la construcción imaginaria del prototipo
ideal de las niñas-mujeres en diversas culturas durante décadas. Esta pieza
artística es una muestra de la diversidad de aproximaciones críticas al modelo
de belleza femenina establecido.
En la
conceptualización de su obra, la artista nicaragüense Jessica Lagunas tiene
como constante la reflexión y la crítica hacia el papel de la mujer y los
prototipos de belleza inspirados en la mercadotecnia contemporánea. En el
conjunto de su producción artística conceptualiza no sólo el cuerpo físico, sino
también la imagen femenina, y constantemente hace alusión a los clichés en
torno a la feminidad. Lagunas realizó una serie de videos con el propósito de
cuestionar los “rituales” que una mujer realiza en busca de una belleza
mediática. En cada una de las acciones se muestra a la artista aplicándose de
manera excesiva durante una hora, maquillaje en los ojos, en la boca y barniz
en las uñas de las manos. Respecto de sus videos, la artista comenta:
“En nombre
de la belleza la mayoría de las mujeres se maquillan, arreglan su cabello, sus
uñas, se depilan, hacen dieta, fijan su nariz y sus senos… En este video, junto
con rituales de belleza de la mujer en forma exagerada, se reflejan las
presiones impuestas por la sociedad de hoy”.[5]
(Imagen
3. Jessica Lagunas, Fragmento del video, Para verte mejor, 2005)
(Imagen
4. Jessica Lagunas, Fragmento del video, Para besarte mejor, 2005)
Un ejemplo más de los ejes
cuerpo, arte, belleza, es el trabajo de la artista mexicana Adriana Calatayud.
Con la utilización de técnicas digitales hizo un recorrido por la historia para
dar cuenta del valor y la esencia del cuerpo humano. En sus obras trabaja
además con los ejes informáticos-referenciales de la fotografía tradicional. En
la serie fotográfica Torturas voluntarias (2008), Calatayud llevó a
cabo un ejercicio crítico de las “transformaciones” estéticas que las mujeres
infringen a sus cuerpos. A partir de la superposición de dibujos de aparatos de
tortura renacentistas y fotografías de un cuerpo femenino dio cuenta de las
“torturas” actuales; por ejemplo, de las cirugías plásticas, que las mujeres se
infringen voluntariamente para ir de acuerdo con una supuesta idea social,
generalizada, que determina lo que se necesita hacer para alcanzar una imagen
corpórea ideal.
(Imagen 6. Adriana Calatayud. Torturas voluntarias, 2008)
Asimismo, en 2007, la artista guatemalteca Sandra
Monterroso llevó a cabo el videoperformance, Deformación #33, donde se trató la violencia psicológica y física
generada a partir de los estereotipos y los cánones de belleza en diversas
culturas y periodos históricos. En esta pieza, se colocó sobre la cabeza de una
mujer embarazada un objeto similar al que se utilizaba en las antiguas culturas
mayas para deformar el cráneo como símbolo de belleza. La obra anterior, mediante
el proceso performativo, motiva a reflexionar en torno a la transgresión que
sufrieron los cuerpos como en la búsqueda de cumplir con los parámetros de una
supuesta perfección estética establecida dentro de los códigos de belleza de
las culturas ancestrales.
Continuando con la lógica de
exposición que se ha planteado, se
presenta el trabajo de la artista, también guatemalteca, Regina José Galindo.
En 2005, Regina realizó el performance Recorte
por la línea; en esta pieza un reconocido cirujano plástico venezolano,
marcó las áreas del cuerpo de Regina que debían ser intervenidas para lograr un
“cuerpo perfecto” según los parámetros estéticos de la sociedad contemporánea
occidental.
Los discursos mediáticos,
promotores de una imagen estereotipada del cuerpo, han creado en el imaginario
colectivo un concepto de belleza efímera, que en algunas mujeres provoca
frustración y la consecuente transgresión de sus cuerpos. Por un lado, la
adicción a las cirugías de mujeres cuyo poder adquisitivo les brinda la
posibilidad de financiar sus transformaciones “estéticas” corpóreas y, por el
otro, quienes por no contar con recursos económicos pasarán por la desilusión de
verse imposibilitadas de cumplir con tal estándar.
Entre
las obras que proponen una reflexión crítica encaminada a la transgresión del
ser femenino, se identifica la pieza conceptual Soy totalmente de hierro de la mexicana Lorena Wolffer, en la que
por medio de espectaculares ubicados en diversos puntos de la Ciudad de México,
se pretendía hacer una “contracampaña” para cuestionar el estereotipo femenino propuesto
en la campaña publicitaria de la tienda departamental El Palacio de Hierro,
titulada “Soy Totalmente Palacio”. Dichos espectaculares se exhibieron
del 1 de julio al 30 de agosto de 2000. En palabras de Wolffer:
“Las obras se valían de retóricas antagónicas y opuestas a las empleadas en Soy Totalmente Palacio, generando así un espacio "publicitario" alterno, que invitaba al análisis de las intrincadas formas en las que la sociedad —a través de uno de sus medios más contundentes y reveladores— construye y manipula nuestras nociones de feminidad”.[6]
En la obra anterior se trabaja a partir de un concepto
y metáforas de la imagen del cuerpo femenino mediante un modelo publicitario
común, que en este caso nos propone en forma paradójica la crítica y reflexión
hacia los estereotipos de la mercadotecnia y la publicidad.
En
este recorrido de obras artísticas latinoamericanas, cabe mencionar la pieza Vitrina (1989), de la colombiana María
Teresa Hincapié. Para realizar esta acción, la artista se colocó detrás de una
vitrina y escribió con lápiz labial algunas frases alusivas a la condición de
la mujer como objeto de consumo; de esta manera, mostró su postura crítica y
llevó a cabo una reflexión directa de la relación entre la codependencia femenina
y el modelo hegemónico de belleza.
En cuanto a esta crítica de la concepción femenina en
la sociedad y la cultura occidental, dominada por el falocentrismo y por la
ideología judeocristiana, se alude también al trabajo de la artista mexicana
Katia Tirado. Respecto de su desarrollo creativo, Tirado argumenta:
“Mi cuerpo
es mi primer espacio de autonomía y formación, es un arma que me permite tener
la confrontación con el exterior que me da la cualidad que necesito para esa
confrontación, el cuerpo es un tabú en nuestra sociedad, yo crecí revelándome
ante esa realidad, ante ese misterio artificial que se crea a partir del
cuerpo”.[7]
En 1995, Katia Tirado llevó a cabo el performance Exhivilización
o Las perras en celo-Nichos públicos, en el que se representó la
condición de competencia entre mujeres para ser elegidas por el hombre. Dos mujeres pelearon en un ring, los postes
que sostenían las cuerdas eran figuras en formas de falo. Mientras se desarrollaba
dicha pelea, proyectaron diapositivas con imágenes que exhibían la entrepierna
de la artista, donde se mostraban diversos objetos que colgaban del clítoris.
En esta pieza se contrastó el doble discurso que hizo evidente la paradoja
existente entre lo pornográfico como uso mayoritariamente masculino y la
propuesta de exhibición del órgano femenino en un contexto artístico. En la
analogía entre la industria pornográfica y una sociedad en la que predominan
las ideas misóginas existe una interesante similitud en cuanto a que, en ambas,
el cuerpo femenino responde fundamentalmente a las pulsiones y fantasías
masculinas. De acuerdo con el filósofo Gilles Lipovetsky (2007), en la
pornografía la mujer posee una actitud indiferente y, en muchas ocasiones, parte
de la humillación y agresión de género;
la imagen femenina se reduce únicamente a ser un objeto de placer: “Metamorfoseándose
en máquina sexual eficaz y superactiva, rápida y presta a los cambios de partenaire[8],
en la pornografía, la mujer no existe, ella no es más que el doble de la
sexualidad masculina y de sus fantasías instrumentales” (Lipovetsky, 2007:42).
(Imagen
11. Katia Tirado. Exhivilización o Las
perras en celo-Nichos públicos, 1995)
En este tipo de manifestaciones
artísticas, entendemos la resistencia como “La puesta en marcha de una
estrategia deconstructiva basada en nuestro posicionamiento aquí y ahora como
sujetos integrados en un entorno de significados culturales y disciplinas
sociales” (Foster, 2001:107). Este arte corpóreo llevado a cabo por mujeres, se
ha caracterizado por la inclusión de nuevos actores sociales y problemáticas,
como las diferencias sexuales y de género, las relaciones de poder, entre
otras, que despiertan el interés hacia un cambio de posición y función de artista
y espectador. Un buen ejemplo donde se conjuga la participación activa del
público es el trabajo del colectivo mexicano Madre Araña,[9] con la pieza Cotidianidad (2010), en la cual se involucra al espectador en una
dinámica grupal, que hace a las mujeres partícipes de una experiencia de vida
que alude a la reflexión y crítica de su condición femenina.
|
En esta intervención del espacio
público, el colectivo invitó a diversas mujeres a desnudar sus cuerpos y
etiquetarlos con un código de barras que contenía la leyenda “Chopo Marca
Registrada (MR)”, haciendo alusión al lugar donde se llevó a cabo dicha
experiencia,[10]
evidenciando también una crítica hacia la globalización mediatizada de la sociedad
consumista y capitalista. Cabe destacar que en dicha pieza se utilizó el
registro fotográfico para apoyar la reflexión hacia los cánones de belleza
establecidos.
Las obras artísticas presentadas a
lo largo de esta ponencia son muestra del trabajo realizado por mujeres en
Latinoamérica en respuesta a la violencia física, psicológica y emocional que
se ejerce al ser femenino. Esta resistencia desde el arte, se ha hecho a
propósito de que cada día es más común, en diferentes partes del mundo, que las
mujeres sufran las consecuencias graves de perseguir una idea distorsionada de
la belleza: trastornos psicológicos, físicos y alimenticios. En diversas
ocasiones, la utilización recurrente de medicamentos estéticos y la adicción a
las cirugías plásticas son respaldas y promovidas por los discursos mediáticos
y mercadológicos.
Así
pues, con este recorrido por las obras de diversas artistas, se han podido
evidenciar mecanismos artísticos que no reproducen lo ya establecido ni la
ideología de organizaciones políticas y parámetros publicitarios, sino propuestas
de discursos estéticos de resistencia ante la problemática social de la transgresión
del cuerpo femenino promovida por las culturas
contemporáneas.
Bibliografía
- ECHEVERRÍ,
Ana María (2003). Arte y cuerpo. El
cuerpo como objeto del arte contemporáneo. México. Porrúa.
- FOSTER,
Hal (2001). “Recodificaciones: Hacia una noción de lo político en el arte
contemporáneo” en Paloma Blanco (comp.) Modos de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa. España.
Universidad de Salamanca.
- GUACH,
Ana María (2000). El arte último del
siglo xx: del postminimalismo
a lo multicultural. España. Ed.
Alianza.
- LIPOVETSKY,
Gilles (2007). La tercera mujer. España.
Ed. Anagrama.
- REBOUL,
Olivier (1986). Lenguaje e ideología. México.
Fondo de Cultura
Económica.
- SÁNCHEZ,
Graciela (2011). “Las prácticas lúdicas infantiles, un acercamiento al
sistema semiótico-cultural de los muñecos” en Julieta Haidar y Graciela
Sánchez Guevara (comp.) La
arquitectura del sentido II. La producción y reproducción en las prácticas
semiótico-discursivas. México. Instituto
Nacional de Antropología e Historia.
[1] Entre las
cirugías a las que se ha sometido Jackson, se encuentran: liftings,
rinoplastia, liposucción, aumento de pecho, peelings, tratamientos de
oxígeno facial, botox, implante de pómulos, reducción de mandíbula, rellenos de colágeno, microdermoabrasión,
mesoterapia y maquillaje permanente de labios y párpados, cirugías de párpados,
implante en el labio inferior, remoción quirúrgica de venas faciales, de
lunares, odontología cosmética y blanqueamiento láser.
[2]Fragmento de “Autobiografía de Cindy Jackson.”
Disponible en http://www.cindyjackson.com/bio/info_11.html. Con acceso el lunes 22 de agosto de 2011.
[3] La secuencia completa
de la pieza Antropología del cuerpo
moderno (1999) y un artículo del trabajo de
la artista Marianna Dellekamp se pueden consultar en: http://clon.uam.mx/cyberzine/5/constru/dellek.html.
[4] Osvaldo Sánchez,
Catálogo de la pieza Antropología del cuerpo
moderno (1999), Conaculta- Fonca.
[5]Testimonio de Jessica
Lagunas, disponible en http://www.rj-studio.com/jessica/source/besartemejor.htm.
Con fecha de acceso el miércoles 1 de marzo de 2011.
[6] Testimonio Lorena
Wolffer, disponible en http://www.lorenawolffer.net/dossier/00home.html.
Con fecha de acceso el miércoles 2 de febrero de 2011.
[7] Entrevista a Katia
Tirado en el video “Las siete nuevas artes: performance,”, TV UNAM (2005-2006).
[8] Voz francesa que
significa compañero, acompañante.
[9] Este colectivo está
integrado por las artistas Esmeralda Pérez González (Tamiz) y Ruth
Vigueras Bravo.
[10] La intervención se
llevó a cabo en el Tianguis Cultural del Chopo, México Distrito Federal.