Vida y muerte de Marina Abramovic (2012)
Intima, desgarradora y curativa.
Explorar
y desafiar barreras físicas y mentales, como herramienta de purificación, ha
sido el motor artístico de Abramovic (Belgrado, 1946). Mediante su exposición
directa con estímulos de dolor o sufrimiento, esta partisana [1] del cuerpo violentado
sugiere al espectador una liberación de profundas psicosis.
A principios de los años 70, esta artista de origen
serbio arranca su investigación sobre la conciencia corporal y existencial con una
serie de performances denominados Ritmos,
en donde su cuerpo es lacerado, flagelado, congelado, sometido a drogas o al
calor del fuego, hasta llegar a un agotamiento extremo.
En Ritmo 0 (1974-1979),
una de sus piezas más conocidas, Abramovic puso su cuerpo a disposición del
público para que éste le provocara
reacciones de dolor o placer. Para ello, la artista colocó
72 objetos sobre una mesa, entre éstos: una pistola,
un pintalabios, cuchillos, rosas, tijeras, clavos, cadenas, uvas y miel.
Poco a poco los asistentes pasaron de la pasividad a
la acción, ya que las seis horas que duró el performance les permitió adquirir
confianza, y algunos se mostraron violentos. De modo que, una vez terminada la
obra, se crearon grupos de agresores y protectores.
Marina Abramovic, Ritmo 0 (1974-1979)
La muerte y la
temporalidad, dos temas abordados por Abramovic, se manifiestan en obras como Limpiando el Espejo # 1 (1995), que se
transformó en una instalación de video con cinco pantallas que registraron el
vigoroso lavado que Marina ejerce sobre un esqueleto. Estos primeros planos de las manos de
Abramovic sobre diferentes partes del esqueleto presentan una suerte de
semejanza o familiaridad entre sujeto y objeto. Al ser limpiado, el color del
esqueleto se vuelve más ligero, mientras que la suciedad grisácea comienza a
cubrir el cuerpo de la artista. Metafóricamente dicho objeto representa un
proceso natural por el que todos pasaremos, pero la artista lo confronta y al
mismo tiempo renace.
Marina Abramovic, Limpiando el espejo
I (1995)
Video documental de un performance, 3 hr., Oxford University.
Para 1997, la relación cuerpo-arte-violencia es constante
en las producciones artísticas de Abramovic, como en el caso del paradigmático performance
Barroco Balcánico. Durante cuatro
días, Marina talla cientos
de huesos de ternera, a la vez que entona canciones de su infancia. Se trata de un lenguaje alegórico que responde ante
el genocidio o la “limpieza” étnica
asociada con una fraticida guerra entre serbios
y croatas (1992-1995). Con esta acción performática, ella denuncia un
presente y pasado violento que deja tras de si 100 mil muertes y cerca de dos millones
de desplazados.
Marina Abramovic, Barroco
Balcánico (1997)
En su Épica erótica
balcánica (2005), Abramovic presentó una serie de secuencias
cinematográficas inspiradas en ancestrales y eróticos rituales eslavos que
tenían como propósito invocar a diversas fuerzas de la naturaleza, como aquellas
que proveen de tierras fértiles. Esta pieza expresa que los hombres y mujeres no
se avergonzaban de exhibir sus genitales, y que tras el advenimiento del
cristianismo fueron paulatinamente censurados, pero en esta ocasión son puestos
nuevamente en libertad y compartidos a través del arte.
Marina Abramovic, Épica Erótica Balcánica (2005)
Ahora, durante estos días, la artista serbia participa en
su propio funeral a través de la obra Vida
y muerte de Marina Abramovic. Se trata de una ópera con destellos
autobiográficos que tiene como escenario el Teatro Real de Madrid.
Sin lugar a dudas, esta artista que existe en cuerpo y
espíritu merece tocarnos, como lo ha hecho con todos los que admiramos su
trabajo.
Larga
vida a Marina. . .
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